viernes, 7 de mayo de 2010

La historia de San Nicolás de los Arroyos




La ciudad de San Nicolás de los Arroyos está ubicada en el límite norte de la provinica de Buenos Aires frente al Río Paraná y a las Islas Lechiguanas del delta enterriano.
Desde sus orígenes, San Nicolás adquirió gran preponderancia por su estrategia ubicación, como es el paso obligado hacia el norte y litoral. Convertida en punto de unión entre Bs As y el interior, fue escenario de importantes hechos políticos y militares durante la época de nuestra Independencia, como durante el proceso de reorganización nacional.



Cuenta la tradición que un día un fraile llamado Nicolás naufragó yendo con una misión de su gremio al Paraguay y se asoló en una de las cuevas de las Barrancas del Río Paraná frente a donde está hoy el Colegio Don Bosco, paraje conocido como bajada de las Bóvedas, donde sin que nadie supiera, hacía la tranquila vida de un santo.
El día que los de la población lo encontraron se asombraron al contemplar su aspecto venerable, su vida y su historia maravillosa, no vacilando en considerarlo un enviado divino. Se asegura que Aguiar quería inmortalizar el nombre del misionero.Sin embargo, se sabe que la designación del nombre dio motivo a un largo pleito entablado con unos vecinos de apellido Arias, de la Villa del Arroyo de las Hermanas (hoy Ramallo) quienes deseaban se llamara San Vicente, por encontrarse en la boca del Arroyo una población pequeña con una capilla que se denominaba San Vicente Ferrer.
Esta pretensión ocasionó una ruidosa cuestión en la que tuvieron que intervenir las autoridades, recorriendo el expediente todas las instancias, yendo a la audiencia de Chuquizaca, luego a la Corte y por último hasta el Consejo de Indias, en donde salió triunfante Aguiar, comprometiéndose a erigir la capilla por su cuenta y dar tierras para calles, plazas, casa parroquial, etc., tierras que pertenecían a su suegro don Francisco Miguel de Ugarte.
La consagración de San Nicolás de Bari como patrono se realizó el 6 de diciembre de 1821. A la muerte de Aguiar en 1756 todavía no se había podido hacer esta proclamación como era su deseo.

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